domingo, 1 de febrero de 2009

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viernes, 5 de diciembre de 2008

Toro, pato y cerdo

Escrito por: jaumecanalsToro, pato y cerdo. El pavo ya se me ha olvidado, como también el mosquito. Mientras el gobierno regional apoyado por el gobierno del estado se esta cargando las fiestas...

En estos días de fiesta mayor del pueblo, se están escuchando algunas voces de que “ahora toca” ser civilizados y para ser civilizados no podemos ir a ver corridas de toros hasta que tengamos más de catorce años, pero si podemos ver como se matan a palos o se acuchillan o se ametrallan hasta la muerte a nuestros héroes del cine, la televisión, videojuegos o consolas.

Ahora, para ser civilizados, no podemos divertirnos si por ello hay que marear a algún que otro pato según dice algún regidor del ayuntamiento y recordando la Ley de protección de los animales aprobada el año pasado por el gobierno regional ¡esto va en serio!.

“Ahora toca” ser más civilizados. Ya se han cargado la matanza del cerdo, donde se reunían varias familias o bastante gente del pueblo y pasaban todo el día. También se han cargado la costumbre de alguna que otra comunidad que realizaban la matanza del cabrito, es decir, empieza a estar todo prohibido. Lo de matar el pavo por navidad no se si aún esta permitido. Aunque también esa costumbre parece que se ha perdido.

Según dicen, es ser civilizados el trato que recibe la especie humana al legislar el gobierno de turno diferentes procedimientos que permite congelar o manipular o destruir… en sus orígenes a la especie, o si se esta en el mundillo del progresismo incluso se puede aspirar a que le provoquen a uno… ¡una muerte digna...!

Además, sigue siendo civilizado el matar a los insectos con esos sprays paralizantes o con el matamoscas de siempre o utilizando el servicio de control de mosquitos que no se que hacen con las larvas pero parece que desaparecen casi todas con sus fumigaciones.

Aunque ahora parece que los mosquitos tendrán una época de esplendor en esta pequeña región del mundo, porque el producto que usaba ese “servicio de control” desde hace 25 años, no esta homologado y no se lo permiten usar.A pesar de esto, como algunos muchos seguimos siendo unos animales incivilizados, seguimos años tras año divirtiéndonos con “el correbou” y “l’empaitada d’anecs”, es decir, hacer correr a la baquilla y perseguir y atrapar el pato en el agua y los más pequeños, por el momento, pueden acercarse a ver la corrida de toros en la televisión…

Pues eso aun no lo han prohibido, como también pueden seguir viendo las matanzas y peleas que realizan nuestros héroes.PD. ¡Por cierto!, también nos está permitido ver las noticias de los telediarios, sin censura de imágenes. Estamos en un país civilizado y “ahora toca” ser civilizado y mientras descansamos o estamos comiendo, algunos muchos se dedican a estar al día con esas noticias tan civilizadas que emiten nuestras televisiones públicas. ¡Ahora toca! Ser civilizado. Foto: toro-pato-cerdo.jpeghttp://jaumecanals.blogspot.com/2007/08/toro-pato-y-cerdo.html#links

martes, 2 de diciembre de 2008

Las corridas de toros, ¿arte o deshumanización?

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Esta tarde, he ido al bar de costumbre a tomarme un refresco, pero me ha sentado muy mal, casi me lo deje sin terminar. El último sorbo fue rápido, al comprobar las risas y los chistes de quienes estaban viendo una corrida de toros, al ver llorar al “animal”, mientras el torero hacía su “faena”. Yo, si quereis que os diga la verdad, nunca había visto llorar un toro, pero la insistencia del cámara, me hizo sentir mucha pena, ante su impotencia y reflexionar sobre un tema que siempre he llevado en la cabeza, pero que se me olvida con los “quehaceres” diarios, vale la pena ver morir a un animal de esa forma? , no es igual que los circos romanos hacian con los esclavos, soltandoles lo leones?. Tambien se podia pensar, por aquel entonces,que era un arte cargarse a los indeseados . Pero nos escandalizamos por una cosa y aplaudimos la otra. ¿que pasa con la “Fiesta Nacional”?. Esa no es mi fiesta, y me considera español Son muchos los que dirán que no solamente es el toro, el animal que sacrifica el hombre. Es verdad, también esta “la caza” por ahí… , pero eso merece un capitulo aparte del que si quereis hablamos en otra ocasión…, pero los otros animales que el hombre mata, son para comer, para poder subsistir, como lo hacen las otras especies. Estoy seguro que un leon no mataría por placer, sino por su supervivencia… Legados a este punto. ¿como esposible que el ser humano aplauda una ejecucion?, como es posible que al toro, ademas se le haga morir lentamente, mientras ….derrama unas lagrimas….. Y ya para terminar y ciñendome a la comarca, como es posible que inviertan los impuestos en restaurar plazas de toros como en Monóvar, donde además la llaman LA JOYA DEL VINALOPO. La joya de que?… del crimen quizas?. O como en Elda, que se estan planteando el restaurarla o cambiarla de sitio. Señores, por favor, piensen en construir museos, auditorios, y sobre todo colegios en condiciones. Es decir lugares donde absorvamos un cultura “limpia”, basada en la paz y el respeto.

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Articulo anterior de este autor: Los animales también tienen sentimientos

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lunes, 1 de diciembre de 2008

Toro (mitología)

La adoración del Toro Sagrado era común en el mundo antiguo. Es quizás más familiar a Occidente por el episodio bíblico del becerro de oro fundido por Aarón y adorado por los hebreos en el monte Sinaí (Éxodo). Se usaron toros jóvenes para marcar fronteras en Tel Dan y Bethel, delimitando el Reino de Israel. En otras culturas, Marduk es el «toro de Utu» y la montura de combate del dios hindú Shiva es Nandi, el toro.

Los uros aparecen representadas en muchos pinturas rupestres del Paleolítico europeo, como las de Lascaux y Livernon (Francia), así como en antiguos grabados. El peligroso uro sobrevivió hasta la Edad de Hierro en Anatolia y Oriente Próximo, y fue adorado por toda la región como animal sagrado. El Poema de Gilgamesh sumerio describe la muerte del Toro del Cielo, Gugalana, esposo de Ereshkigal, como un desafío a los dioses.

Desde los tiempos más remotos, el toro fue lunar en Mesopotamia, representando sus cuernos la luna creciente, aunque no puede recrearse un contexto específico para los cráneos de toro con cuernos (bucrania) conservados en un santuario del VIII milenio a. C. en Çatalhöyük (Anatolia oriental).

El toro sagrado de los Hatti, cuyos elaborados estándares fueron hallados en Alaca Höyük junto a los del ciervo sagrado, sobrevivió en las mitologías hurrita e hitita como Seri y Hurri (‘Día’ y ‘Noche’), los toros que llevaban al dios del tiempo Teshub sobre sus espaldas o en su carro, y que pacían en las ruinas de las ciudades.

En Chipre se usaron máscaras rituales de toro hechas con cráneos reales. En esta isla se han hallado figuritas de terracota llevando máscaras de toro y altares de piedra neolíticos con cuernos de toro.

En Egipto el toro fue adorado como Apis, la encarnación de Ptah y más tarde de Osiris. Una larga serie de toros ritualmente perfecto fueron identificados por los sacerdotes del dios, hospedados en el templo toda su vida, embalsamados y encerrados en sarcófagos gigantes.

Una larga secuencia de sarcófagos monolíticos se guardaba en el Serapeo y fue redescubierta por Auguste Mariette en Saqqara en 1851. El toro también fue venerado como Mnewer, la encarnación de Atum-Ra, en Heliópolis. En egipcio, Ka es tanto un concepto religioso de la fuerza o poder vital como la palabra para ‘toro’.

Walter Burkert resumió la revisión moderna de una identificación superficial y difusa de un dios que era idéntico a su víctima sacrificial, que había creado analogías sugestivas con la eucaristía cristiana para una generación anterior de mitógrafos:

Sin embargo, el concepto del dios teriomórfico y especialmente del dios toro puede borrar también demasiado fácilmente las muy importantes distinciones entre un dios llamado, descrito, representado y adorado en forma animal, un animal real adorado como un dios, los símbolos y máscaras animales usados en el culto, y por último el animal consagrado destinado al sacrificio. La adoración animal de este tipo hallada en el culto egipcio de Apis es desconocida en Grecia.

Cuando los héroes de la nueva cultura indoeuropea llegaron a la cuenca del Egeo, se enfrentaron con el antiguo Toro Sagrado en muchas ocasiones, y siempre lo superaron, en la forma de los mitos que han sobrevivido. Para los griegos, el toro estaba fuertemente relacionado con el Toro de Creta: Teseo de Atenas tenía que capturar al antiguo toro sagrado de Maratón antes de enfrentarse al toro-hombre, el Minotauro (en griego ‘toro de Minos’), al que se imaginaba como un hombre con cabeza de toro en el centro del laberinto. Los antiguos frescos y cerámicas minoicos representan rituales de taurocatapsia, en los que los participantes de ambos sexos saltaban por encima de los toros agarrándose a sus cuernos. A pesar del aviso constante de Burkert es que «es peligroso proyectar la tradición griega directamente en la Edad de Bronce»,[3] sólo se ha hallado una imagen minoica de un hombre con cabeza de toro, un diminuto sello actualmente en el Museo Arqueológico de La Canea.

En el culto olímpico, el epíteto de Hera] Bo-opis suele traducirse como ‘con ojos de buey’, pero el término podía aplicarse también si la diosa tenía la cabeza de una vaca, y por tanto el epíteto podría revelar la presencia de una concepción icónica anterior, aunque no necesariamente más primitiva.[cita requerida] Los griegos clásicos nunca se refirieron por lo demás a Hera simplemente como la vaca, si bien su sacerdotisa Ío fue literalmente una ternera picada por un tábano, forma en la que Zeus se apareó con ella. Zeus adoptó papeles más antiguos y, en la forma de un toro que salía del mar, raptó a la noble fenicia Europa y la llevó, significativamente, a Creta.

Dioniso era otro dios de resurrección que estaba fuertemente vinculado al toro. En un himno de culto procedente de Olimpia, en un festival en honor a Hera, también se invitaba a Dioniso a aparecer como un toro, «con la furia de su pezuñas». «Con bastante frecuencia es retratado con cuernos de toro, y en Cízico tenía una imagen tauromorfa», cuenta Burkert, y alude también a un mito arcaico en el que Dioniso es masacrado como un ternero y comido impíamente por los Titanes.
En el periodo clásico de Grecia, el toro y otros animales identificados con deidades eran separados como sus agalma, una especia de pieza heráldica que significaba concretamente su presencia numinosa.

El famoso caballo de Alejandro Magno se llamaba Bucéfalo (‘cabeza de buey’), enlazando al autoproclamado dios-rey con el poder mítico del toro.[cita requerida]


Tauroctonía de Mitra en el Museo Británico (Londres).El toro es uno de los animales relacionados con el culto sincrético romano y helenístico tardío de Mitra, en el que la muerte del toro astral, la tauroctonía, era tan central en el culto como la crucifixión en el cristianismo de la época. La tauroctonía estaba representada en cada mitreo (compárase con el muy parecido sello tauróctono de Enkidu). Una sugerencia muy discutida relaciona los restos del ritual mitraico con la pervivencia o auge de la tauromaquia en Iberia y el sur de Frencia, donde la leyenda de san Saturnino de Tolosa y su protegido en Pamplona, san Fermín, está inseparablemente relacionada con los sacrificios de toros por la vívida forma que adoptaron sus martirios, fijados por la hagiografía cristiana en el siglo III, que también fue el siglo en el que el mitraísmo estuvo en su apogeo.

La mitología irlandesa incluye las historias del épico héroe Cuchulainn, que fueron compiladas en El libro de la vaca parda del siglo VII.

En algunas religiones cristianas se escenifican belenes en Navidad. La mayoría de ellos incluyen un toro o un buey echado en el pesebre, cerca del recién nacido Jesús. Las canciones navideñas tradicionales cuentan a menudo que el buey y el burro calentaban al infante con su aliento.

El toro sagrado sobrevive en la constelación Tauro.

Toro (mitología)

La adoración del Toro Sagrado era común en el mundo antiguo. Es quizás más familiar a Occidente por el episodio bíblico del becerro de oro fundido por Aarón y adorado por los hebreos en el monte Sinaí (Éxodo). Se usaron toros jóvenes para marcar fronteras en Tel Dan y Bethel, delimitando el Reino de Israel. En otras culturas, Marduk es el «toro de Utu» y la montura de combate del dios hindú Shiva es Nandi, el toro.

Los uros aparecen representadas en muchos pinturas rupestres del Paleolítico europeo, como las de Lascaux y Livernon (Francia), así como en antiguos grabados. El peligroso uro sobrevivió hasta la Edad de Hierro en Anatolia y Oriente Próximo, y fue adorado por toda la región como animal sagrado. El Poema de Gilgamesh sumerio describe la muerte del Toro del Cielo, Gugalana, esposo de Ereshkigal, como un desafío a los dioses.

Desde los tiempos más remotos, el toro fue lunar en Mesopotamia, representando sus cuernos la luna creciente, aunque no puede recrearse un contexto específico para los cráneos de toro con cuernos (bucrania) conservados en un santuario del VIII milenio a. C. en Çatalhöyük (Anatolia oriental).

El toro sagrado de los Hatti, cuyos elaborados estándares fueron hallados en Alaca Höyük junto a los del ciervo sagrado, sobrevivió en las mitologías hurrita e hitita como Seri y Hurri (‘Día’ y ‘Noche’), los toros que llevaban al dios del tiempo Teshub sobre sus espaldas o en su carro, y que pacían en las ruinas de las ciudades.

En Chipre se usaron máscaras rituales de toro hechas con cráneos reales. En esta isla se han hallado figuritas de terracota llevando máscaras de toro y altares de piedra neolíticos con cuernos de toro.

En Egipto el toro fue adorado como Apis, la encarnación de Ptah y más tarde de Osiris. Una larga serie de toros ritualmente perfecto fueron identificados por los sacerdotes del dios, hospedados en el templo toda su vida, embalsamados y encerrados en sarcófagos gigantes. Una larga secuencia de sarcófagos monolíticos se guardaba en el Serapeo y fue redescubierta por Auguste Mariette en Saqqara en 1851. El toro también fue venerado como Mnewer, la encarnación de Atum-Ra, en Heliópolis. En egipcio, Ka es tanto un concepto religioso de la fuerza o poder vital como la palabra para ‘toro’.

Walter Burkert resumió la revisión moderna de una identificación superficial y difusa de un dios que era idéntico a su víctima sacrificial, que había creado analogías sugestivas con la eucaristía cristiana para una generación anterior de mitógrafos:

Sin embargo, el concepto del dios teriomórfico y especialmente del dios toro puede borrar también demasiado fácilmente las muy importantes distinciones entre un dios llamado, descrito, representado y adorado en forma animal, un animal real adorado como un dios, los símbolos y máscaras animales usados en el culto, y por último el animal consagrado destinado al sacrificio. La adoración animal de este tipo hallada en el culto egipcio de Apis es desconocida en Grecia.

Cuando los héroes de la nueva cultura indoeuropea llegaron a la cuenca del Egeo, se enfrentaron con el antiguo Toro Sagrado en muchas ocasiones, y siempre lo superaron, en la forma de los mitos que han sobrevivido. Para los griegos, el toro estaba fuertemente relacionado con el Toro de Creta: Teseo de Atenas tenía que capturar al antiguo toro sagrado de Maratón antes de enfrentarse al toro-hombre, el Minotauro (en griego ‘toro de Minos’), al que se imaginaba como un hombre con cabeza de toro en el centro del laberinto. Los antiguos frescos y cerámicas minoicos representan rituales de taurocatapsia, en los que los participantes de ambos sexos saltaban por encima de los toros agarrándose a sus cuernos. A pesar del aviso constante de Burkert es que «es peligroso proyectar la tradición griega directamente en la Edad de Bronce»,[3] sólo se ha hallado una imagen minoica de un hombre con cabeza de toro, un diminuto sello actualmente en el Museo Arqueológico de La Canea.

En el culto olímpico, el epíteto de Hera] Bo-opis suele traducirse como ‘con ojos de buey’, pero el término podía aplicarse también si la diosa tenía la cabeza de una vaca, y por tanto el epíteto podría revelar la presencia de una concepción icónica anterior, aunque no necesariamente más primitiva.[cita requerida] Los griegos clásicos nunca se refirieron por lo demás a Hera simplemente como la vaca, si bien su sacerdotisa Ío fue literalmente una ternera picada por un tábano, forma en la que Zeus se apareó con ella. Zeus adoptó papeles más antiguos y, en la forma de un toro que salía del mar, raptó a la noble fenicia Europa y la llevó, significativamente, a Creta.

Dioniso era otro dios de resurrección que estaba fuertemente vinculado al toro. En un himno de culto procedente de Olimpia, en un festival en honor a Hera, también se invitaba a Dioniso a aparecer como un toro, «con la furia de su pezuñas». «Con bastante frecuencia es retratado con cuernos de toro, y en Cízico tenía una imagen tauromorfa», cuenta Burkert, y alude también a un mito arcaico en el que Dioniso es masacrado como un ternero y comido impíamente por los Titanes.
En el periodo clásico de Grecia, el toro y otros animales identificados con deidades eran separados como sus agalma, una especia de pieza heráldica que significaba concretamente su presencia numinosa.

El famoso caballo de Alejandro Magno se llamaba Bucéfalo (‘cabeza de buey’), enlazando al autoproclamado dios-rey con el poder mítico del toro.[cita requerida]


Tauroctonía de Mitra en el Museo Británico (Londres).El toro es uno de los animales relacionados con el culto sincrético romano y helenístico tardío de Mitra, en el que la muerte del toro astral, la tauroctonía, era tan central en el culto como la crucifixión en el cristianismo de la época. La tauroctonía estaba representada en cada mitreo (compárase con el muy parecido sello tauróctono de Enkidu). Una sugerencia muy discutida relaciona los restos del ritual mitraico con la pervivencia o auge de la tauromaquia en Iberia y el sur de Frencia, donde la leyenda de san Saturnino de Tolosa y su protegido en Pamplona, san Fermín, está inseparablemente relacionada con los sacrificios de toros por la vívida forma que adoptaron sus martirios, fijados por la hagiografía cristiana en el siglo III, que también fue el siglo en el que el mitraísmo estuvo en su apogeo.

La mitología irlandesa incluye las historias del épico héroe Cuchulainn, que fueron compiladas en El libro de la vaca parda del siglo VII.

En algunas religiones cristianas se escenifican belenes en Navidad. La mayoría de ellos incluyen un toro o un buey echado en el pesebre, cerca del recién nacido Jesús. Las canciones navideñas tradicionales cuentan a menudo que el buey y el burro calentaban al infante con su aliento.

El toro sagrado sobrevive en la constelación Tauro.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Por fin, la ciencia se toma en serio a la muerte

Por: Valram-> Conoce la mejor selección de noticias científicas y tecnológicas

Comprobando la existencia de vida después de la muerte

Después de haber aparecido, durante varios años, diversas publicaciones acerca de las “evidencias” de la existencia de vida después de la muerte, las cuales están basadas en la buena fe de las historias que, sobrevivientes de las ECM (Experiencia Cercana a la Muerte), se han animado a contar, pero, por la dificultad existente para realizar estas experiencias “en el laboratorio”, la opinión generalizada de los científicos es de que no existen pruebas fehacientes de la veracidad de dichas historias y dejan un sinnúmero de dudas al respecto.

Aparentemente, los científicos se han tomado en serio el problema y han “agarrado al toro por los cuernos” y se aprestan para desarrollar una investigación a gran escala en donde serán utilizadas las tecnologías más avanzadas para buscar la explicación de porqué la consciencia sigue existiendo, aún después de que el cerebro ha muerto.

Este estudio, denominado Aware (Consciencia) del Proyecto Consciencia Humana (Human Consciousness Project), se ha puesto en marcha por la Universidad de Southampton, Reino Unido, e involucra hospitales del Reino Unido, Estados Unidos y Europa.

Experiencia Cercana a la Muerte

Las ECM, hasta ahora enmarcadas dentro de lo espiritual o lo paranormal, son las experiencias “…(como abandonar el cuerpo, levitar, miedo extremo, serenidad total, seguridad, calidez, absoluta disolución o la visión de una gran luz al final del túnel o de seres –que, según las creencias de cada individuo suelen identificarse con Dios, los ángeles, familiares fallecidos, etc.–)” que una persona, declarada clínicamente muerta, relata después que “ha sido recuperado” por el equipo médico que lo atendió.

¿Qué es la muerte?

De acuerdo al doctor Sam Parnia, director del estudio Aware, “…la muerte no es un momento específico. En realidad es un proceso que comienza cuando el corazón deja de latir, los pulmones dejan de trabajar y el cerebro deja de funcionar.” La ciencia médica llama a esto paro cardiorespiratorio, lo que, biológicamente, es la llamada muerte clínica.

El estudio Aware

Se espera que el producto de esta investigación, que involucra a científicos y médicos de varios países, sea determinante para una postura oficial de la ciencia respecto a la consciencia, el cerebro y la muerte clínica.

El procedimiento que se pretende utilizar, es la generación, al azar, de imágenes que serán ocultadas y sólo podrán visualizarse desde arriba.

Paralelamente, se llevarán a cabo pruebas sicológicas a pacientes con paro cardiorespiratorio, aplicando técnicas de registro de actividad cerebral, a través de la investigación Brain-1 (Brain Resuscitation Advancement International Network - 1).

Leer: Primera investigación a gran escala sobre las experiencias cercanas a la muerte (http://www.tendencias21.net/Primera-investigacion-a-gran-escala-sobre-las-experiencias-cercanas-a-la-muerte_a2528.html)

Saludos Valram

Articulo anterior de este autor: El Puma esta que no cree en nadie

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